martes, 18 de septiembre de 2012

El Estado del Mal-Estar




   Estamos asistiendo estupefactos a la creación del Estado del Mal-Estar. En vivo y en directo a través de las televisiones estatales y sus satélites autonómicos. Cualquier voz discrepante que desee el bienestar para la clase humana y que provenga de las ondas, es callada, despedida o fulminada velozmente, siendo suplantada por tiernos balidos coincidentes de bovinos. A los nuevos pregoneros en los telediarios oficiales, se les lee la vergüenza en los labios y en la cara cuando interpretan soflamas como esta: “Para poder acceder al nuevo subsidio de 400 €, los afortunados deberán demostrar perseverancia en la búsqueda de empleo”; hasta debajo de las piedras, sea trabajo basura, temporal o estable y al precio que sea, añado yo. Mientras, aquellos que pretenden rebajar el salario digno a cifras indignas, postulan que este tipo de medidas fomentan la desgana hacia el trabajo mal remunerado. Trabajar ya no es un derecho ni un deber, es una suerte en la que todos jugamos sabiendo que hay pocas bolas en el bombo y que los premios cada vez son más escasos. Bien es cierto que voces vociferantes afines a la Voz, proclaman a los cuatro vientos y por sus cuatro costados como en tiempos por ellas añorados, que el que no trabaja es porque no quiere –que no es lo que opinaba el marido de Claudia Mori, Celentano, haciendo dúo con su mujer: “chi non lavora non fa l’amore” a instancias de ella– y que el paro es una consecuencia de la vagancia, como el tocino lo es a la velocidad, y no del despido en masa. En este Nuevo Orden, el poder político y económico tiene su propia verdad mentirosa que vocea a los cuatro vientos, afirmando con la rotundidad que proporciona el poderío, que la población que no quiere escucharla está errada y no debería alzar mucho la voz por no despertar a la población durmiente, como suelen hacer algunos niños malcriados frente a las opiniones y decisiones sensatas de sus papás adultos, que ni siquiera azotan ya sus culitos; error en el que el Nuevo Orden no caerá aún a costa de aplicar los proporcionales correctivos. Las buenas noticias en los medios remendados se reducen a la información sobre la reducción de dos tercios de trabajadores interinos, tanto en la Sanidad como en la Educación donde existía sobredosis, para que nuestros hijos se críen mas sanos, más educados y ante todo, más obedientes. Paralelamente, este nuevo Estado del Mal-Estar reduce gastos aumentando inversamente el paro, pero conservando las posaderas bien asentadas sobre los respectivos escaños de sus miembros, o en cargos de alegre designación directa o indirecta. Tal vez algún día en un rasgo de solidaridad interina, decidan autoreducirse también ellos en dos tercios, aún a costa de que las palmas y los pitos desde la platea y el gallinero sean menos sonoros durante esas funciones teatrales a las que la población sometida asiste bostezante. 

   Este Nuevo Estado no se puede negar que tiene más clase –dominante es cierto– que aquel lejano del Bienestar y que está en vías de convertirse en secta, refrendada por el voto tontorrón nuestro de cada cuatro años, con la libertad que confiere al pueblo el regalo de la elección de una papeleta entre varias impresas para refrendar el secuestro de nuestra voluntad adormecida. Recientemente, una de sus más veneradas sacerdotisas, la institutriz Esperanza Aguirre, acaba de abandonar el foro, dimitiendo dice, por motivos personales; que son los motivos que la llevaron a la política y los que han dirigido sus pasos, su sonrisa monalisa y su lengua en las tres últimas décadas. ¿Quién se burlará ahora de los arquitectos, de sus pompas y sus obras en la propia Comunidad que ella regía de forma regia? ¿Quién hará chascarrillos de chotis y mantón sobre los cuatro mineros de caras tiznadas paseando por Madrid a la luz de eléctricas velas? ¿Quién bromeará con los bomberos por apagar solo un incendio a la semana? ¿Quién motivará al profesorado para trabajar más y mejor por menos?. “¡Madrileños,..., Espe,..., sniff,... se ha ido...!” ; aunque va a pedir su inmediata reincorporación como funcionaria del Estado del Mal-Estar para poder seguir pagando este nuevo IVA que antes se negó a aplicar, y hasta los 67 años, edad en la que podrá cobrar sus variadas jubilaciones tras una vida al servicio de lo público-privado. El Nuevo Estado además del malestar, con pérdidas como esta, nos augura un futuro de aburrimiento en el que las “perlas” de la Suma Institutriz no vendrán ya a calmar el desconsuelo de las masas inmóviles. 
Aunque tal vez nos consuele en ese triste futuro, que fuerza es igual a masa por velocidad.