domingo, 27 de septiembre de 2009

Breve ensayo sobre la Verdad


En matemáticas, está probado y consensuado científicamente, que: menos por menos es igual a mas (-x- = +), mas por mas es igual a mas (+x+ = +), mas por menos es igual a menos (+x- = -) y finalmente menos por mas es también como en el caso anterior, pero al revés, menos (-x+ = -) y punto (.)
Yo solamente conseguí aprender y practicar de estas cuatro reglas, las dos primeras; pero decidiendo llamar menos a la mentira y a la verdad más. Por rebelde y porque siempre me resultó mas fácil sumar que restar. A causa de ello no pude terminar Ciencias Económicas, a pesar de jugar bastante bien al póker y a los “chinos”. Los catedráticos de Economía y de Contabilidad me dijeron que esa particular interpretación mía de las cuentas, no venía a cuento ni era de su incumbencia, y que quizás correspondiera a otra disciplina más avanzada de Letras, no de Ciencias. No eran tiempos para el pensamiento único, y así, me suspendieron repetidamente por saber sólo esas reglas y por indisciplinado.
Siguiendo sus sabios consejos, cambié de edificio y de carrera, llegando a nuevas conclusiones gracias a un silogismo popular que me inculcó un amigo que hice en Filosofía y Letras, que decía así: "Los enemigos de tus enemigos, serán tus amigos". Y aunque ello tampoco me ayudó a terminar ni Letras ni Filosofía, si me resultaría muy útil para hacer nuevas amistades de ambos sexos a lo largo de mi vida social. El breve tránsito por esa Facultad, me sirvió para perfeccionar aquellas viejas reglas y llegar a la conclusión de que mentira tras mentira o verdad tras verdad, siempre acabamos llegando a la fé o a la verdad absoluta, primas hermanas de la ignorancia feliz.
Durante años, terminada ya mi formación que había consistido básicamente en memorizar aquellos pilares de las Matemáticas y la Filosofía primigenias, deduje que ambos soportes fueron sobre los que Dios debió construir y desarrollar el Universo hace ya mas de 13.700 millones de años. Así se lo contó Él, algún tiempo después de acabarlo al pueblo de Israel, y poco a poco para que lo asimilaran también, a los demás pueblos de la Tierra sin olvidarse de los extraterrestres a pesar de vivir mas lejos. Esto lo he podido confirmar en Wikipedia y en La Torá, porque a mí nunca me lo dijo Él, aunque le pillara cerca.
He vuelto de nuevo a Wikipedia que ahora es nuestro oráculo y memoria digital, porque la nuestra, la que vivía en los cerebros, la hemos perdido. Yo ni siquiera me acuerdo ya del Credo, que repetí unas 3.744 veces en mi adolescencia, siendo este el resultado de multiplicar: 12 años (desde los 4 que aprendí a cantar) por 6 días a la semana (el domingo era fiesta de guardar y no se podía cantar ni el Credo ni el “La, La, La”) y por 52 semanas, sin contar las pequeñas pérdidas por los años bisiestos y porque 365 días dividido entre 52 semanas dan decimales. Pensándolo bien, creo que lo anterior es matemáticamente incorrecto ya que no se pueden dividir entre si ambos conceptos, ni animales de distinta raza aunque pertenezcan a una misma especie, como por ejemplo: palomas entre gaviotas a pesar de que todos sean pájaros; aunque al igual que la existencia de Dios como dice un slogan pegado en un autobús, “tal vez entre dentro de lo posible”, pero yo me inclino a pensar que si dividiéramos las palomas entre gavilanes, estos se las comerían antes de terminar esa división, o quizá Pablo Abraira -al que llegué a confundir con Camilo VI-, nos volviera a cantar aquella hermosa canción, "Gavilán o paloma", evitando así que fueran engullidas, con lo que yo dejaría de escribir ya mentiras para siempre.
Pero esto no puede terminar ahí habiendo conseguido llegar hasta aquí. Porque: ¿y si en lugar de dividir días entre semanas, lo hiciéramos con chinos entre japoneses por ejemplo?. Puesto que todos ellos son seres humanos y de una misma raza amarilla -aunque con creencias diferentes como la nuestra-, la división sería correcta aunque diera decimales. El único problema real sería que cada japonés tendría que llevarse a su casa a siete chinos, sobrando uno al que habría que pagarle el billete de vuelta de Tokio a Pekín. Unido esto a la conocida animadversión de los japoneses hacia los chinos y su afición a las katanas afiladas que cuelgan en las paredes del salón, es bien seguro que los matarían a todos, incluso al que sobrara, para no pagarle el viaje de retorno a casa, siendo yo el único responsable de tamaña masacre.
Resuelta esta cuestión y habiendo abierto de nuevo Wikipedia por ver si podía recordar de una vez lo que había estado haciendo yo, "Durante años, acabada ya mi formación,...", sin entrar esta vez en ejemplos, tecleé de nuevo la frasecita "Durante..." y apareció la respuesta siguiente: "Perder el tiempo". Me quedé bastante hundido en mi butaca giratoria pero no tardé en reaccionar sobreponiéndome a la melancolía: no aprendí Matemáticas, no aprendí Filosofía ni aprendí Lengua, pero tal vez, aprendí a pensar. ¡Claro, como Dios!. Él, que había creado todo un mundo -hacía ya los 13.700 millones de años que aseguraba Wikipedia- sin pensarlo dos veces, porque antes no pensaba mas que en "La Nada", también debió sentirse aturdido y hundido como yo que estaba hecho a su imagen y semejanza como afirma La Biblia, aunque en imagen y semejanza se le parezcan más el Papa y cualquier dictador octogenario, que yo. Al quedarle mucho tiempo por delante y por detrás, o sea, hasta siempre que es mas hondo que hasta luego, imagino que no tuvo otro remedio que ponerse a pensar en "algo" más.
Y ese "algo", tenía que ser un poco parecido a usted o a mí, es decir: “algo vivo". Para actuar sin prisas como actúa siempre Él -tal como nos explicó Darwin algunos miles de millones de años después de que Dios comenzara a actuar- y por haberle entrado sueño, fue y se echó lo que llamaré: Primera Gran Siesta. Al despertarse, pienso que Él pensó igual que yo lo he hecho ahora, pero mas de tarde en tarde porque duerme más, en una bacteria a la que llamaría "Prokáyron" (en griego, que es el idioma en el que años después se comunicaría apócrifamente) y a la que nosotros nombraríamos con el paso del tiempo y la evolución del lenguaje, "Procariota" o "Procarionte" según de la Comunidad Autónoma que seamos, y que quiere decir: "Antes de la nuez". ¡Bonito nombre!
Y quiso pensarla de esa manera, para que algún lejano día yo dejara de pensar tanto y tuviera Fé en lugar de Razón. Y como todo lo que Dios piensa, al igual que todo lo que Aladino le pedía al genio -al menos mientras tuvo la lámpara-, se hace en ese mismo instante realidad, así en ese mismo instante apareció por allí, que era el Paraíso pero todavía lleno solo de piedras, una Procariota. La única, la primera, la verdadera. Yo la llamo así porque vivo en la Comunidad de Andalucía, si viviera en Euskadi la llamaría Procarionte, y no por fastidiar.
Volviendo a Wikipedia y a mis conocimientos de Matemáticas, eso debió suceder hace sólo 3.900 millones de años. De ahí en adelante todo fue más fácil hasta llegar a usted o a mí. De ello hace 62 años en mi caso, que es lo que El Creador pretendía y por lo que yo estoy aquí: para poderlo contar. A partir de aquí, las cosas se nos van a poner difíciles.
Lo que nadie sabe todavía, es: ¡qué estuvo haciendo!, durante esos 9.800 millones de años que resultan de restar de los 13.700 millones iniciales los 3.900 millones de años que hace que se despertó de la Primera Gran Siesta. Tampoco sabemos lo que hizo después de fabricar la primera bacteria y ponerle nombre. Y ahora ya no estamos hablando ni de palomas, ni de gaviotas, gavilanes, chinos o japoneses, ni de Camilo VI o Pablo Abraira incluidos. No estoy ya para estas bromas, porque restar esas cantidades después de pasarme toda la vida sumando, me ha dejado hecho unos zorros y cansado como Dios.
Después de haberme recuperado algo ya puedo afirmar que, aunque nadie sepa lo que Él estuvo haciendo los 2.000 millones de años siguientes, yo sí lo atisbo: ¡se echó la Segunda Gran Siesta!
Cuando despertó pasados todos esos millones de años, miró y vio sin escapársele una, que las procariotas habían invadido la Tierra. Pero como con ellas no se iba a ninguna parte, para que algún día se pudiera llegar a algún sitio, eructó y apareció la primera célula que no se llamaba ya Procariota, porque para diferenciarla de los billones y billones de procariotas parecidas, le puso un nuevo nombre en griego: Eukàryon. Que en castellano quiere decir "Buena nuez", aunque nosotros los que vivimos en Andalucía, nos empeñemos en llamarla Eucariota y los vascos Eucarionte. Dios, después de aquel eructo se sintió mejor. aunque le entró una especie de modorra y para quitársela, se echó esta vez lo que llamaré: Tercera Gran Siesta.
¿Lo va usted pillando? Pues ahora volvemos de nuevo a lo fácil. Como dice acertadamente Javier Sampedro, biólogo molecular y mejor pensador que yo: "O uno es una Procariota, o uno es una Eucariota, o se calla uno". Estoy totalmente de acuerdo con Javier excepto en lo de callarse. Ni a mí ni a los vascos nos calla ni Dios y en el caso de hacerlo o fulminarnos Él con un "rayo divino" en este mismo instante, mi breve ensayo se habrá acabado antes de concluirlo y ya se ocupará alguien de echarle algún día la culpa a un gobierno de la nación española, que no a Dios.
Me miro al espejo y veo que estoy algo mas calvo que al principio de este ensayo, pero como no he sido exterminado aún y por lo que escucho en las noticias los vascos de verdad tampoco, prosigo. Durante el período de su anterior Gran Siesta, las eucariotas que eran más "sexys" y listas que las procariotas por poseer un cerebro llamado "núcleo", comenzaron a procrearse sin parar convirtiéndose rápidamente en seres multicelulares con muchos "núcleos" juntos, con lo que pensaban continuamente en comer mejor. Por ello estos nuevos seres comenzaron a devorándose mutuamente creando el hábito de la antropofagia, cayendo como siempre los más débiles para mejorar la raza, como les sucedió a las procariotas que al no pensar por no tener "núcleo", eran tontas. Por ello, por tontas, dejaron de dominar la Tierra después de haberla tenido tantos años a sus pies.
Y así siguieron otros 1.898 millones de años en los que aparecieron y desaparecieron los dinosaurios sin que Él se enterara, porque seguía durmiendo, y nosotros tampoco porque no habíamos llegado aún. Lo que les pasó a los dinosaurios lo sabemos por habérnoslo contado Spielberg y porque unos lo han estudiado en sus huellas y en sus huesos durante toda su vida y otros lo hemos leído sin esfuerzo en Wikipedia.
Finalmente, sin que nadie le avisara, Dios se despertó de la Tercera Gran Siesta y al ver la que había ya montada, montó Él también en cólera. Esto -la Tierra- estaba repleto de toda clase de plantas y de animales que ni siquiera conocía por sus nombres en griego. Con tanta siesta se había perdido lo mejor. Había incluso una especie de homínidos llamados Australopitecus, que le sonreían. Aprovechando la "cólera divina" que le había invadido, tuvo su mejor presentimiento: pensó en un nuevo ser más hermoso aún que el tal Australopitecus. Ese nuevo ser, tendría que parecerse a Él, para que al verse reflejado en el agua y cuando el resto de los animales, además de los Australopitecus y las plantas, le observaran, le vieran a Él mismo. Esto lo definió Dios y está confirmado por La Biblia, como: "A mi imagen y semejanza". Amén de esos pensamientos que le rondaban por la cabeza, también le gustaba un nombre griego: "Adan". Que quiere decir "dejado" en español, en castellano "abandonado" y en euskera, "uriko". Dicho y hecho. Ahí estaba por fin Adán -o si les gusta más Uriko-, y como por parecerse a Él no le iba a dejar solo entre todas esas fieras para que se lo comieran, y tampoco lo había creado a su imagen y semejanza para que trabajara, le buscó una pareja de hecho con una Australopitecus que le sonreía sin pensar en lo que le esperaba. La llamó Eva en griego, que en castellano quiere decir "la primera" aunque en vasco significa "aurrenekoa" y lo demás ya está todo dicho y escrito por otros, tanto en griego como en español, en castellano o en vasco verdadero.
Finalmente, Dios, ya más calmado, decidió que tenía que volver a ocuparse algo del mundo. Para arreglarlo y para no perderse otra vez algo nuevo. Por lo que dejó las siestas para Adán, Eva, y los niños que pronto comenzaron a matarse entre ellos mejorando así la raza. Yo lo de la siesta nunca dejaré de agradecérselo, aunque por todo lo demás, habría sido mejor para todos que siguiera durmiendo.
Comprendo que a pesar de lo expuesto y aún teniendo serias dudas, muchos ciudadanos autónomos no hayan perdido todavía su Fé ciega en Él y por ello no se atrevan a convertirse todavía en ateos redomados. A ellos, al menos les queda el consuelo que les da la Fé, de que quizás -como también insinuaba el cartel del autobús-, pudiera haber creado Él una sola Procariota, o Procarionte, y haberse dormido ya para siempre, dejándonos a ella y a nosotros a nuestro libre albedrío.
También tenemos que comprender que dedicarse durante los ya citados 9.800 millones de años a crear todos los elementos de la tabla periódica y los que falten aún por descubrir, partiendo de la nada, antes de dedicarse a crear vida, es una tarea tan agotadora que solo un Dios como Él habría podido soportarla. Bien es cierto que desde esos 3.900 millones de años que lleva en duermevela y los últimos años desde que Adán y Eva salieron del Paraiso, no ha dejado de roncar, abandonando a sus hijos a su cruz, incluido al más querido.

1 comentario:

  1. antoine, mon amie. Si quieres saber más sobre estos aspectos confusos del dios padre y el adan hijo y demás, nada como visitar supremo blog denominado tal cualmente: "La aventura del pensamiento", que te dará de pensar y así estarás entretenido. Un amigo, que soy yo.

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