miércoles, 20 de abril de 2011

Apuntes de Telefonía


Telefónica, la principal empresa de telefonía de nuestro hermoso país, España, hasta hace bien poco empresa pública privatizada en pro del bien social del Estado, nos ha dado en estos últimos días unas clases magistrales de aritmética que se pueden resumir en estos términos:
Si multiplicamos, el 20% de los 30.000 trabajadoras y trabajadores (6.000) de esta empresa modélica en cuanto a la obtención de beneficios, por el promedio de su sueldo actual anual (unos 18.000 €), durante 4 años, 7 meses, 16 días, 19 horas y 12 minutos, nos da como resultado exacto 500 millones de euros: 500.000.000 € para entendernos mejor. Ese es exactamente el importe que Telefónica va a repartir en forma de estimulantes gratificaciones entre el 6,3333% de la plantilla, que corresponde al número exacto de sus mejores ejecutivas y ejecutivos: 1.900. He puesto a esos 6.000 trabajadoras y trabajadores y sus 18.000 € anuales entre paréntesis, porque son los que la empresa piensa despedir en los próximos 3 años, para poder mantener su ritmo de beneficios actuales.
Si todos esos 1.900 ejecutivos y ejecutivas bonificados fueran iguales, se repartirían de una forma equitativa 263.157,89 € cada uno, que equivale a lo que ganaría trabajando una sola empleada de Telefónica (mayoritariamente mujeres) de las que van a despedir, a lo largo de 14 años, 7 meses, 13 días, 4 horas y 48 minutos. Eso sí, cobrando durante todo ese tiempo, el mismo salario sin subidas ni convenios colectivos. Cifra a la que evidentemente no va a poder llegar ya que va a ser despedida unos 12 años antes.
Esto sería ciertamente así, si además de ser todos los ejecutivos iguales en cuanto a sexo y reparto de primas, también lo fueran todos los trabajadores en cuanto a su sueldo anual de 18.000 € aunque fueran de distinto sexo. Pero ni los ejecutivos van a cobrar todos lo mismo, ni los trabajadores van a dejar de cobrar lo mismo también, porque no todos tienen igual sueldo e idéntico sexo. Y con ello no quiero decir que lo expuesto anteriormente sea totalmente falso, pero tampoco es totalmente cierto, como apostillaría seguramente el Director General del Consejo de Administración de Telefónica, coincidiendo con mis palabras. Yo añado a pesar de no ser de dicho Consejo, que no son totalmente exactas las cifras expuestas por mí anteriormente y que pueden contener un margen de error, arriba o abajo, del 3%; admisible hasta por la Dirección General de Tráfico en cuanto a los límites de velocidad, no de tocino.
Pero las cuentas no acaban ahí. Supongamos que los accionistas de esta compañía -entre los cuales quizás se encuentre algún familiar nuestro, o ese vecino tan amable que nos cede el paso a menudo abriéndonos la puerta del portal-, movidos por su buen corazón y por solidaridad hacia sus compatriotas españoles teledirigidos al paro, deciden rebajar las previsiones de embolsarse 10.000.000.000 € este año -según el cálculo mínimo anual por parte de la empresa para los próximos años-, a solo 5.000 millones. Únicamente por esta vez. Como gesto. En un Consejo de Accionistas Extraordinario igual que si de una bula papal se tratara. En ese caso, ya no sería necesario ningún despido, ni quitarles el pan de la boca a esos 1.900 ejecutivos y ejecutivas -que seguramente se merecen los jugosos “bonus”-, mediante algún bandolero para repartirlo solidariamente entre los despedidos. Estos 5.000.000.000 € darían de sí, no solo para mantener la plantilla completa y unida, sino que esos 6.000 trabajadores y trabajadoras despedidos, podrían recibir el mismo salario que ahora tienen durante los próximos 46 años, 2 meses y 17 días, incluso después de muertos la gran mayoría. Pero sin subidas salariales. Para tanto no daría, a no ser que ese dinero se metiera en algún banco suizo a plazo fijo, donde lo van a guardar los de los “bonus”. Regalándole finalmente a la empresa las horas sobrantes también por generosidad y porque nunca me gustaron los decimales.
Y todo ello sin necesidad de acudir al trabajo. Quedándose en casa reciclándose para aprender a no trabajar y a esperar el salario puntualmente a fin de mes desde la cocina. Ya que Telefónica no les necesita ni les necesitará para seguir aumentando la productividad. Para eso estamos nosotros, los consumidores, todos en la misma red y con millones de móviles haciéndonos cosquillitas en las orejas.
Como nos están demostrando, con cifras en la mano, las grandes compañías que mueven a este gran país, la verdadera y duradera productividad se conseguirá finalmente aumentando el número de usuarios y reduciendo el número de sus empleados.

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