lunes, 21 de noviembre de 2011

El Espíritu Santo

El sábado 19-N, antes de las elecciones, discrepaba yo con un amigo respecto a su opinión de que España era mayoritariamente de izquierdas, opinando que el domingo 20-N a partir de las 22 h., las urnas resolverían este misterio, aún mayor que el de la Santísima Trinidad. Y haciendo un símil dogmático, en el que el Dios Padre sería la derecha, el Dios Hijo la izquierda y el Espíritu Santo representaría la abstención, me preguntaba, ¿a quién votaría este último en caso de mutar su intencionalidad abstencionista? ¿Al Padre, al Hijo, o repartiría su voto para reforzar esa Trinidad cuántica? Desvariando como aprendí de joven y haciendo otro símil entre la Santísima Trinidad y las Elecciones Generales, me pregunté también: ¿habrá nacido la abstención del amor surgido entre la derecha y la izquierda?
De no ser que los no votantes fueran también mutantes como este Espíritu Santo y en ese futuro cercano del 20-N se acercaran motivados a las urnas, ya me andaba temiendo yo premonitoriamente que Dios Padre ganaría absolutamente. Reforzaba mi temor, el no haber visto nunca a muchos de estos abstencionistas entre los indignados, ni en manifestaciones y huelgas contra las decisiones del poder, tal vez por pura coherencia abstencionista hasta para salir de casa. Aunque es seguro que una mayoría de ellos no se pierde los partidos de la Roja, del Barça o del Real Madrid, frente a una pantalla digital de 40”, y el Espíritu Santo tampoco. En eso no se abstienen, ya sean partidarios o contrarios, como tampoco lo hace ese E.S. que revolotea continuamente por encima de los campos de fútbol a pesar de no dejarse ver. Y es que mueven más las pelotas que las urnas y que las carretas.
El inconveniente de ser un profeta cercano, es que no desapareces sin descubrir antes el acierto o error en tus predicciones. Por ello, yo aconsejo a los que quieran serlo, que lo sean pero distantes, para que el objeto de sus profecías solo se pueda verificar cuando el sujeto sea polvo y nada más, y nadie pueda hacerle pagar por sus errores, o si es el caso, premiar sus aciertos.
En el caso concreto origen de este desatino, a 24 horas vista, desgraciadamente he acertado. Porque la suma de votos de todo lo que pudiéramos considerar centro-derecha, derecha, y extrema derecha, supera en torno a 4 millones de votos a la suma del centro-izquierda, la izquierda, y la extrema izquierda. El resto todavía lo controla el E. S., mutante tal vez de aquí a 4 años. España por ello, como conclusión estadística de la discrepancia, es hoy mayoritariamente de derechas, desde la más moderada a la más recalcitrante. Y del Espíritu Santo.

Lo siento José Manuel.


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