lunes, 23 de mayo de 2011

Dulcinea

(A Octavio, y a J.M. Aparicio allí donde esté)

Este país de países diferenciado de los demás por la ñ, igual que el agua de Carabaña, ayer se levantó naranja claro y se fue a la cama, azul cielo. Como los ojos de Cospedal. Difícil excepto para Bécquer, mirarle a los ojos y poder decirle: ¡cielo! Aunque su pupila fuera azul cuando anoche sonreía. Nos queda todavía ver pupila para rato y no considero que su color tenga propiedades atornasoladas, ni que dispongamos de suficiente confianza todavía como para aplicar epítetos como ese.

Esta Dulcinea de la Mancha, va a cambiar, por fin, los gigantes en molinos: que producen más aunque tengan menos corazón. Se la va a dar con queso, no solo a los manchegos sino a todos los castellano-manchegos para que no vuelvan a pasar hambre, intentado subir la renta per-cápita de todos ellos hasta igualarla con la suya. No sé que opinaría hoy Don Quijote, ni si sería capaz ahora, en estos tiempos, de volver a convertir a esta moderna Dulcinea conservadora en la dama de sus sueños. En su dueña y señora al menos durante los próximos cuatro años. Quizás. Al fin y al cabo, también se equivocó con la del Toboso a pesar de los consejos de Sancho.

Me temo que a Cospedal –de apellido más fácil de retener que su doloroso nombre compuesto–, se le ha clavado una espina en su pequeño corazón (comparado con el de los gigantes) y esa espina se llama Bildu. Aunque esté lejos y nadie –excepto ellos– sepamos lo que significa esa palabra o sigla. Pero duele. Si ella hubiera estado al mando de los Tribunales –como pretende conseguir en adelante para profundizar en la democracia–, esa espina no se habría clavado en su tierno corazón y este país con ñ sería aún más azul cielo que ahora. Corren rumores, también, sobre su intención reformadora, al pretender sustituir en su mesilla de noche, la lectura de Fernando Sánchez Dragó por la de Arturo Pérez Reverte. Más acorde a este siglo. Dejando la todavía inacabada lectura de “Gárgoris y Habidis” por el guión más actual de “Gitano”, plagio llevado recientemente al cine; según ha declarado el Tribunal Supremo antes de llegar a ser perfeccionado por Cospedal en un futuro próximo.

Y esto, sé, ñoras y ñores, que es lo que todos hemos querido. Unos cuantos votando al rojo, bastantes al naranja, algunos al amarillo, muchos al azul y el resto -que no son pocos- al blanco; o a ningún color por error u omisión. Todos estos colorines mezclados, han dado como resultado el azul cielo (erróneamente llamado por algunos azul claro) que es donde habitan Dios y todos los Santos. El resto viviremos un tiempo en el infierno que está más calentito. Al menos los próximos cuatro años.

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