martes, 24 de mayo de 2011

¿Existe un 6º sentido?

Según opinan los parapsicólogos, entre el tacto y el gusto, hay un sexto sentido homónimo que permite a los que tienen la dicha de poseerlo, ver cosas que los demás no vemos; aunque nos las creamos. Muchos de estos videntes trabajan como directores, redactores o columnistas en revistas como Más Allá y tienen como brújula a Jiménez del Oso (q.e.p.d.). Otros más modernos colaboran en Cuarto Milenio a las órdenes de Iker Jiménez. Los de naturaleza dominguera o excursionista, salen los fines de semana a la sierra de Madrid siguiendo a Pitita Ridruejo esperando encontrarse con la Virgen subida en una encina, igual que hacen los pastorcillos en las cuevas donde guardan sus rebaños, invocando apariciones marianas que conviertan sus ovejas comunistas a la verdadera fe. Los más arriesgados, aficionados al alpinismo, suben al Machu Picchu para localizar extraterrestres y hablar con ellos como hizo Moisés en el Monte Sinaí. Otros, famosos e ídolos populares, como el Papa o el Dalái Lama, ven incluso a Dios o a Buda, y charlan con ellos. Después nos lo cuentan y algunos les creemos y otros no. Depende de dónde hayamos nacido y estudiado. Tampoco es tan dañino, creer o no creer en lo que no vemos.
Desgraciadamente, yo no soy como esos videntes. No veo nada, estoy parapsicológicamente ciego. Pienso que existe un sexto sentido, también, pero creo que es el del humor. Y no me estoy refiriendo a bromas como las de Esperanza Aguirre o Pepín Blanco, ni a chistes malos como los referidos a Fernando Morán en el pasado, a los clásicos sobre los habitantes de Lepe, o a los actuales y muy peligrosos sobre “Majoma” o el funeral acuático de “Ven Loden” (escrito así para eludir a los buscadores). No, me refiero al humor en su sentido más griego, que fueron los primeros que para dejar de llorar comenzaron a reírse de la vida, regalándonos afroditas y apolos. Sentido primordial del que carecen los políticos, los mandos militares y la iglesia aunque sean griegos. Será que están operados de amígdalas.
Ya me gustaría a mí ver lo que dicen ver todos esos videntes para poder reírme dos veces. Entonces tendría, no seis, sino siete sentidos, además de trabajo en prensa o en televisión. Sería un privilegiado y eso no está bien visto con los aires que soplan.


Dejémoslo estar. Centrémonos en ese sentido, que como dicen en Andalucía: “tiene guasa”. Una amiga mía me comentó en una ocasión haber leído, que solo un 20% de la población humana captaba la ironía. Aquello me llevó a deducir que ese debería ser el porcentaje de los que poseen este sexto sentido al que me he referido: el del humor. Por lógica mundana el porcentaje está mal repartido, como todo. Los alemanes por tradición, nunca tuvieron mucho, y si no, que se lo pregunten a Hitler los documentalistas de Cuarto Milenio. Aunque desde entonces hasta Angela Merkel, han mejorado bastante, llegando incluso a superar el 3% de su población activa. En Libia, Siria y Palestina, con Muamar, Bashar e Israel, no creo que les queden ganas como para superar mas allá de un 1%, en el que incluyo a los dirigentes y a sus familiares. En Ruanda, a los Tutsis después de las bromas que les gastaron los Hutus, no les quedó ningún sexto sentido a los que salieron vivos o resultaron mutilados. De China no hay porcentajes fiables después de las últimas purgas, aunque se sabe que en el pasado mataban a sus enemigos de risa haciéndoles cosquillas. Y en Rusia, viendo las caras de Stalin y Putin no me atrevo a hacer afirmaciones gratuitas.
Donde siempre ha habido un alto porcentaje de este sentido ha sido en Inglaterra. No hay más que ver a su monarquía y observar a sus grandes escritores y cineastas: Shakespeare, Dickens, Chesterton y Hitchcock, entre otros. Además está el popular y muy conocido humor inglés serio, exceptuando el de la reina Isabel que fue operada de amígdalas de niña. A los mexicanos les sobra, si escuchamos sus corridos y rancheras y no nos metemos con los narcos. Y los norteamericanos con Allan Poe, Lovecraft, Mark Twain y Woddy Allen van sobrados. Los franceses apelando a Robespierre, Tati y Depardieu y los italianos a Dante, Sordi y Gassman, estarían en porcentajes. Pero ¿y los españoles? Aparte de Torquemada, Cervantes, Quevedo y Gila, depende de la comunidad a la que pertenezcamos, porque no es igual la sardana y el chotis que la jota y las sevillanas. Aunque sin ser demasiado optimistas podría oscilar entre un 15 y un 35% para compensar las carencias del resto del mundo, a pesar del paro del que aún tenemos valor para reírnos como Manolo Escobar: enseñando la dentadura. A los portugueses, el fado y Angela Merkel –¿que fijación tendré yo con esta mujer?–, les han quitado la alegría, por lo que su porcentaje no andarán más allá del 12% gracias al bacalao. En cuanto a los griegos, que se podría decir que son los que lo inventaron, su porcentaje era el más alto y todavía les dura, a pesar del rescate de la CEE –que pagarán caro–, gracias al sirtáki.


No está mal un 20% de media, creo que con ese porcentaje ganaríamos ampliamente a los videntes. Pero a ellos les toman en serio, y a nosotros no. Sobre todo, porque no sabemos contener la sonrisa mientras ellos exhiben muecas sombrías.
Hablando del humor, si cae la breva, seré contratado por el director de un diario gratuito o de provincias de pago, para publicar columnas diarias como esta, exceptuando los lógicos días de descanso serio. Con una oferta justa por columna y vacaciones pagadas, podría vivir dignamente sin necesidad de mantener sonrisas congeladas para alegrarme la vida. Desafortunadamente una vidente me ha dicho, que no caerá esa breva. Y yo, debo reconocer por lo “bajini”, que a veces les creo. Porque también aciertan, aunque sea por casualidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario